Nuestro afán por conquistar nuevos territorios nos ha llevado a que la tierra es un mundo plenamente conocido. Ya nadie subiría más arriba del Everest, ni nadie iría más lejos del Polo Sur o del Polo Norte, ni nadie podría descubrir una nueva ruta para dar la vuelta al mundo. La exploración terrestre pura hace tiempo que ha llegado a su fin.
Pero a partir de mediados del siglo XX, esa curiosidad inherente a la raza humana, volvió los ojos hacia lo que había más allá de la tierra. Primero se consiguió viajar al espacio exterior (Gagarín 1961), y finalmente llegar a la luna (Amstrong y Aldrin 1969). Y este es el nuevo límite alcanzado por la exploración humana.
La luna es el lugar más alejado al que ha viajado el hombre hasta nuestros días. Pero recordemos que siempre, siempre, siempre hay nuevas fronteras. Y este es el punto más apasionante de la exploración. Este es el punto más apasionante de nuestra historia de los grandes viajes. Ahora estamos en ese momento en que parece muy difícil, a veces casi imposible, que un humano llegue más allá de la Luna, dónde quedó establecida la última frontera.
Estamos igual que en tiempos de los reyes católicos, cuando se desconocía qué había más allá de Europa en dirección al oeste. Nos vemos limitados por la tecnología, la energía y el tiempo para poder plantear viajes de exploración más allá de la luna. Volvemos a reconocer que debemos ser siempre humildes ante la inmensidad de la naturaleza y de los infinitos territorios por descubrir.
El hombre sólo ha viajado por la tierra y ha llegado hasta su satélite natural, pero hay otros siete planetas en el sistema solar, que a su vez sólo es una de las 200.000 estrellas que forman la Vía Láctea. Y esta galaxia nuestra, a la que denominamos Vía Láctea, es sólo una de las 100.000 grandes galaxias y un número mucho mayor de galaxias menores que forman un súper cúmulo de galaxias conocida recientemente como Lanikea. Y se calcula que, cómo mínimo, cabrían otros seis millones de Lanikeas en el interior del universo observable.
Con todo ello, llegamos a la conclusión que durante toda la historia de la humanidad, sólo se ha viajado al equivalente a una mota de polvo respecto a todos los territorios que, en el futuro, puede explorar el hombre. Durante nuestras vidas con alta probabilidad, y si no es así, durante las vidas de las siguientes generaciones con toda seguridad, habrá nuevos viajes que nos apasionarán, que nos harán descubrir nuevos horizontes y que cambiarán el mundo. Igual que hicieron Colón, Magallanes/Elcano, Marco Polo, Amundsen, Hillary, Gagarin o Armstrong.
Y saldrán valientes que sentirán la curiosidad y la necesidad para lanzarse a conocer nuevos territorios, consiguiendo encontrar el sentido y el propósito de su proyecto, e innovando siempre asumiendo muchos riesgos para optar a descubrir nuevas y apasionantes oportunidades.
Porqué siempre, siempre, siempre hay nuevas fronteras
De totes maneres, com sempre, el coneixement del nostre planeta és molt desigual. Les rutes obertes permeten conéixer molt bé els terrenys al voltant… Però, a prop, més enllà, el proper és desconegut.
NOUS LIMITS
Molt Bo i encertat Albert. Una abraçada i fins aviat, JMG