Nadie sube al Everest porque se lo mande un Jefe. Nadie lucha por proyectos ambiciosos y que aporten valor si no se lo cree, si no le encuentra sentido, si no le hace feliz y forma parte de sus ilusiones o propósitos vitales.
El liderazgo autoritario está totalmente caducado. En un entorno tan exigente y complejo como el actual, sólo sirve el liderazgo ejemplar, que empodera a las personas y potencia sus capacidades y el compromiso en la aportación de su talento para el objetivo global. Un liderazgo que arrope al equipo tanto en los momentos positivos cómo, y sobre todo, en los momentos complejos y en los posibles errores.
En cualquier proyecto, deberíamos preguntarnos siempre qué es primero, el objetivo o las personas. Según la respuesta que demos a esta simple pero potente pregunta, desarrollaremos un tipo u otro de liderazgo.
Yo lo tengo claro: primero las personas con un liderazgo ejemplar para alcanzar objetivos ambiciosos y que aporten valor tanto a cada individuo, cómo al conjunto del equipo y, por supuesto, a la organización en general.
Lo explico en este vídeo que hemos grabado recientemente para THINKING HEADS
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