- Debemos abrazar el cambio propio necesario para el mundo, con el coraje de no tener siempre la conciencia limpia en el proceso.
- Tener la conciencia limpia es muy fácil siendo unos frívolos y no comprometiéndonos en nada clave en sostenibilidad.
- Tengo muchas más incoherencias que hace 10 años por haberme concienciado más, pero también soy mil veces mejor por ello.
Para avanzar hacia un liderazgo sostenible, necesitamos personas y organizaciones que se atrevan a tener la conciencia sucia ocasionalmente.
Tener la conciencia limpia es muy fácil si solo atendemos a las normas generales esenciales, y no nos comprometemos con valores o causas que requieran un poco más de ambición. Pero el mundo precisa personas y profesionales que se comprometan en factores clave para la sociedad y el medioambiente, y avancen en esa línea con determinación, aceptando que es altamente complicado tener una conducta impecable y ser perfectos en todo lo que conlleva su propio compromiso.

Si queremos ser libres para hacer casi todo lo que nos plazca sin tener remordimiento alguno ni entrar en contradicciones, solo debemos evitar hacernos responsables sobre determinados temas clave.
Pero si queremos abrir nuestra mirada, evolucionar en nuestros valores y comprometernos con nuestra acción sostenible y responsable hacia la sociedad y el medioambiente, necesitaremos tener el coraje de fallar, de tener contradicciones y de ser criticados por nuestros errores o nuestra imperfección respecto al objetivo final de aquello que pretendemos mejorar.
En mi caso, después de años revisando mis valores para no acomodarme en lo que pensaba que estaba bien porque era lo normal en mi entorno, en mi educación o en mi tradición familiar o social, puedo decir que estoy orgulloso de haber evolucionado mucho y de tener esta “Conciencia Sucia” provocada por mi imperfección en cada una de las cosas con las que me he comprometido en mi discurso, mi liderazgo o mis acciones del día a día. Pero también debo reconocer que he pasado (y paso, y pasaré) muchos momentos de incomodidad y dudas en cada tema que he ido incorporando a mis valores y propósitos.
Incluso reconozco abiertamente que, entre mis muchas contradicciones, tengo algunas incoherencias de cabecera, que me cuesta mucho evitar, pero que no por ello dejo de intentarlo y de estar comprometido con la causa global a la que responden. Ejemplos: Soy vegetariano para evitar todos los perjuicios que conlleva el consumo de carne y pescado (deforestación, contaminación, emisiones, explotación animal, etc.), pero de vez en cuando tomo algo de pescado. Estoy mega comprometido con la movilidad sostenible y todas las medidas que combatan el Cambio Climático, pero por mi actividad de aventura y de conferencias, tengo que usar el avión cuando no hay alternativa práctica al tren o al transporte por carretera. Y también trabajo mucho para las prácticas deportivas sostenibles en los entornos naturales, pero no puedo evitar pasar por senderos pequeños en bicicleta de montaña, en zonas que no son de protección especial.
Además, existe el efecto resaltador y culpabilizador de la mirada externa sobre esta “conciencia sucia”, que va más allá de la propia percepción, y como seres sociales que somos, nos provoca remordimientos. Miradas inquisidoras que casi siempre vienen de quien no está en este nivel de compromiso y se escuda en la crítica ajena para justificar su frivolidad y limpiar su propia conciencia.
Es duro tener la conciencia activada sobre unos determinados temas, sabiendo que no lo estás haciendo todo bien. Pero es que ni el más purista en cada uno de los ámbitos de la sostenibilidad puede ser perfecto en su práctica diaria, a no ser que se quede en una cueva sin hacer nada ni conectarse a la sociedad. Pero el no poder ser perfectos no debería impedirnos revisar nuestros hábitos de vida y nuestras dinámicas de liderazgo para maximizar nuestra acción comprometida hacia un mundo más sostenible.
Me disculpo por mis incoherencias ocasionales, pero continuaré intentando mejorar mis actuaciones en todos los ámbitos que pueda. Siempre me quedará, inevitablemente, una parte de contradicción, pero siempre mejoraré mi impacto en el mundo con cada nuevo compromiso que vaya adquiriendo. Ahora tengo más incoherencias que hace diez o veinte años porque estoy mucho más concienciado y comprometido, pero también soy mil veces mejor que entonces en este aspecto, precisamente por ello y por haberme atrevido a convivir con esta “conciencia sucia”.
A todas las personas, líderes u organizaciones que realmente quieran responsabilizarse de su impacto social y ambiental, les animaría a abrazar el cambio propio que necesitamos para construir un futuro mejor, y comprometerse en avanzar hacia él con el coraje de no tener siempre la conciencia limpia en ese proceso de transformación personal y del mundo.
What a thought-provoking and positively introspective piece! «The Dirty Conscience» beautifully highlights the importance of self-change for the greater good of the world.
It takes courage to navigate the journey of evolving consciousness, acknowledging that it might not always be clear-cut. Your perspective on the ease of having a clear conscience through frivolity versus the depth that sustainability commitment requires is truly enlightening.
Embracing inconsistencies as a sign of increased awareness is a powerful concept, emphasizing personal growth and resilience. Thank you for sharing your insightful reflections – it’s a reminder that the path to a better world often involves navigating the complexities within ourselves. super instant panel