- Para tener equipos motivados y comprometidos hay que hablar menos de equipo y más de personas.
- La actitud del conjunto es el resultado de lo que aporta al grupo la mayoría de sus integrantes.
- Un buen equipo es la consecuencia del trabajo bien hecho con cada persona en relación al propósito común.

¿Cómo tener equipos motivados y comprometidos?
Después de años reflexionando y experimentando sobre este tema clave, tanto en mis expediciones como en mis proyectos profesionales o empresariales, creo que ya tengo una respuesta bastante acertada: ¡No existen!
O como mínimo hay que reformular el punto de vista sobre los equipos para poder responder bien a esa pregunta. Para entender cómo funciona o como queremos que funcione un equipo, hay que ir a la raíz, para hablar menos de equipo y más de personas.
Todo empieza en “la” persona, en singular. Cada persona tiene sus miedos, sus ilusiones, sus problemas, sus valores, sus prioridades, sus energías, etc. Y luego si esa persona se junta a otra u otras personas, tenemos un “grupo de personas” que suman un montón de condicionantes personales que pueden o no coincidir. Y si este grupo se pone un objetivo, luego sí que tenemos un equipo.
La actitud del conjunto es el resultado de lo que aporta al grupo la mayoría de sus integrantes. Si cada persona o varias de ellas aporta motivación, compromiso y actitud positiva al grupo, podremos llegar a tener un equipo que acumule estos factores clave. Pero si cada persona o varias de ellas aporta su negatividad, poco o nulo compromiso, y no está motivada por el proyecto, será imposible tener equipos cohesionados, ilusionados e implicados a tope con el objetivo.
Cada persona marca la diferencia, y el liderazgo organizacional debe enfocarse claramente a cada persona para ver qué diferencia puede contribuir a marcar en el grupo. Un equipo bien integrado y de alto rendimiento es la consecuencia de todo el trabajo bien hecho con cada una de las personas en relación al objetivo y al propósito común.
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